Bosques lauroides que se desarrollan bajo la influencia del aporte húmedo de los alisios, generalmente a barlovento. Presentan gran riqueza florística y numerosas especies arbóreas, generalmente siempreverdes, configuran la fisonomía de las comunidades que integran el hábitat. Los subtipos, fruto de diferencias ecológicas (principalmente dependientes de la pluviometría, de la humedad en el suelo y del régimen de humedad en el aire) albergan variado sotobosque, así como lianas y una abundante flora criptogámica. En Canarias, destaca la presencia de laurisilvas de altura (o de la faya), de ladera (rica en viñátigos), de vaguada (con abundancia de til), de cresterías (en la que destaca el tejo) y laurisilvas secas (del mocán y el madroño).
Las laurisilvas de altura se caracterizan por quedar fuera de la influencia de las nieblas del alisio durante el verano, albergando especies como la faya (Myrica faya), el brezo (Erica arborea) y el acebiño (Ilex canariensis), más tolerantes al frío. Se sitúan generalmente entre los 1.300 y 1.500 m de altitud.
En el ámbito de las nieblas, de los 800 a los 1.300 m, se desarrollan las laurisilvas de vaguada, ligadas a fondos con suelos húmedos todo el año, en los que abundan los tilos (Ocotea foetens) y frondosos helechos (Diplazium caudatum, Trichomanes speciosum, Culcita macrocarpa).
En el mismo tramo altitudinal, cubriendo los terrenos inclinados se localiza la comunidad del viñátigo (Persea indica) y el laurel (Laurus novocanariensis), en la que hay gran riqueza y en la que se destaca la hija (Prunus lusitanica) y el aderno (Heberdenia excelsa). En algunas localidades, la píjara (Woodwardia radicans) forma el sotobosque.
Las formaciones de crestería, ubicadas en espigones y cambios de vertiente que se encuentran en el ámbito de las nieblas, desarrollan una vegetación con mayor incidencia de los vientos y nieblas, así como su efecto de precipitación horizontal, y que soporta una abundante flora criptogámica epifítica. El tejo (Erica platycodon) es la especie más abundante, pero también es notable la presencia del acebiño (Ilex canariensis) y del follao (Viburnum tinus), entre otros.
En cotas inferiores a la incidencia de las nieblas, bajo los 800 m, se sitúan las comunidades de la laurisilva seca, más termófilas. Estos bosques están formados por barbuzanos (Apollonias barbujana), madroños (Arbutus canariensis), mocanes (Visnea mocanera), palo blancos (Picconia excelsa) y otros. En el sotobosque es frecuente el jazmín (Jasminum odoratissimum) y el granadillo (Hypericum canariensis).
Los sauzales (bosques en galería de Salix canariensis) no quedan incluidos en el hábitat.
Este hábitat constituye el hábitat principal de aves como las palomas de la laurisilva (Columba bollii, Columba junoniae, Columba palumbus azorica, Columba trocaz). También es hábitat del pinzón común de El Hierro (Fringilla coelebs ombriosa). Además, los linderos del bosque de laurisilva forman parte del hábitat del gavilán (Accipiter nisus granti).
Las comunidades, que presentan variantes insulares en cuanto a la composición florística, se distribuyen en las islas más occidentales, El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife. Las comunidades presentes en Gran Canaria han sido históricamente diezmadas, mientras que en la isla de Fuerteventura, aún cuando están presentes los elementos más resistentes de las comunidades de la laurisilva seca, no presenta verdaderas formaciones boscosas.